El microestrés -a diferencia de grandes eventos estresantes-, se manifiesta en pequeños momentos o situaciones que pasan desapercibidos pero que, al repetirse, pueden generar agotamiento emocional y problemas de salud.
El microestrés, la suma de pequeños problemas cotidianos, es algo así como la metáfora que asegura que, gota a gota, el agua puede perforar una piedra. Son los pequeños problemas cotidianos -o mejor dicho, la manera en que las personas los perciben y qué hacen con ellos- los que, a lo largo del tiempo, terminan dañando la salud mental.
Algunos especialistas aseguran que el microestrés suele naturalizarse de tal modo que se pierde noción de su impacto en el bienestar. Y aunque suene menor, su impacto es profundo: erosiona la resiliencia, desorganiza el pensamiento estratégico y sabotea el bienestar emocional de quienes lideran. Lo más preocupante es que no activa las alarmas del cuerpo como el estrés agudo. Se infiltra sin ruido, pero sin pausa. Y no se regula porque no se reconoce. Te acostumbras a sentirte alterado y crees que es parte de tu rol el vivir bajo tensión constante.
Según expertos, el microestrés es una forma de estrés de baja intensidad que se presenta en interacciones cotidianas breves, sutiles y aparentemente inofensivas, pero que, al repetirse de forma continua, se acumulan y generan un desgaste profundo en el sistema nervioso, la claridad mental y la estabilidad emocional.
No se trata de grandes crisis, sino de microimpactos: interrupciones constantes, correos confusos, falta de reconocimiento, expectativas no verbalizadas. Lo peligroso es que no activan las alarmas clásicas del estrés agudo, y por eso mismo rara vez se gestionan a tiempo. En conjunto, estas microfricciones drenan recursos cognitivos, emocionalmente fatigan y silenciosamente minan la calidad del liderazgo.
Fuente: https://forbescentroamerica.com/2025/07/19/microestres-el-desgaste-silencioso-de-los-lideres